El último segundo del Último Conteo terminó el 24 de octubre de 2016, sin que Jesús regresara como se esperaba. Fue aparentemente lo que nuestros enemigos querían, pero por razones que no les van a gustar. Su supuesta victoria se convirtió en una devastadora derrota para ellos. En lugar de cerrar nuestro ministerio como los críticos anhelaban, la obra de nuestra misión está floreciendo con nuevo ánimo y con gran fuerza dada por Dios Padre personalmente.
Un nuevo sitio de web está en desarrollo y todos los sitios, incluyendo el foro de los 144.000, ahora están alojados en servidores de Cloud (nube), refiriéndose a la nube en la que nosotros los Adventistas del Gran Sábado nos hubiera gustado encontrarnos, si Jesús ya hubiera regresado.
Él también quería venir, y estaba realmente en Su camino a la Tierra hasta que, con la ayuda de las últimas siete raciones del Espíritu Santo, nos dimos cuenta durante la Fiesta de los Tabernáculos (del 17 al 23 de octubre de 2016) que un gran sacrificio era necesario para una derrota completa de los enemigos de Dios en la batalla de Armagedón. No podíamos permitir que solamente unos pocos—los primeros frutos de nuestro movimiento—estuvieran delante de Dios casi con las manos vacías. Nos dimos cuenta de que todavía había una gran multitud que podría ser encontrada sí—y sólo sí—hubiera más TIEMPO.
Es por ello que, durante la Fiesta de los Tabernáculos, a una voz, todos los miembros del movimiento decidimos pedir como Josué a Dios Padre, que Él detuviera al Sol de Justicia por una hora celestial, retrasando así el retorno de Jesús por el tiempo terrenal correspondiente. Ese sacrificio para posponer nuestro arrebatamiento antes del tiempo de los juicios divinos sobre la humanidad nos convirtió en realidad en los primeros de la “iglesia de Filadelfia” del amor fraternal.
Jesús, cuando estaba a punto de volver y vio ya al mundo delante de Él, encontró lo que había implorado: la fe... la fe de Jesús... la fe que está dispuesta a sufrir por los demás y a ser un amigo de los enemigos. Encontró la paciencia de los santos.
Dios Padre nos había revelado el tiempo—el día y la hora de la venida de Su Hijo—pero declinamos ese regalo porque hubiera sido egoísta de nuestra parte ir solos y dejar prácticamente a todos los otros atrás. Ahora ya no somos fijadores de fechas, sino que juntos con Jesús determinamos cuándo será el tiempo para que Él venga. Sólo Dios Padre sabe en este momento cuándo será eso.
Los primeros cuatro artículos de este nuevo sitio de estudio, que es para los siete años de Ezequiel 39:9, son acerca de ese sacrificio. El hermano Ray escribe acerca de por qué es correcto pedirle tiempo a Dios Padre, y cuenta la historia de una revelación del carácter de Dios. Yo, personalmente, tengo el honor de entregar un mensaje de Dios, trayendo a la luz cosas estremecedoras. El hermano Robert, que lleva años soportando conmigo el calor de las selvas de Paraguay, contará lo que ocurrió antes y durante la Fiesta de los Tabernáculos aquí en las plantaciones secas de maíz en la colina donde erigimos nuestras tiendas. Y, por último, si bien menos importante, mi fiel compañero Gerhard explicará qué debe hacerse exactamente en el tiempo restante que Dios Padre ha concedido.
Que el Espíritu Santo sea derramado sobre los justos como al principio. Ese es mi deseo para ustedes.
Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. (Joel 2:23-24)
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