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La búsqueda del último Elías

 

Durante más de dos mil cuatrocientos años, el pueblo de Dios ha estado buscando fervientemente a un profeta como Elías para que venga a preparar los corazones del pueblo para el fin del mundo.

He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición. (Malaquías 4:5-6)

El hecho es que ha habido varios profetas que han venido en el espíritu y el poder de Elías, y cada uno hizo una obra en su generación para volver el corazón de los padres a los hijos y el de los hijos a los padres, y cada uno vino “antes” de la venida del grande y terrible día del Señor.

Sin embargo, hay una segunda parte de la profecía que es condicional, y no se cumplió en ninguna generación anterior: la maldición. Dios no “hirió la tierra con maldición” en ninguna generación anterior, y el día grande y terrible del Señor, que está vinculado a la maldición de la destrucción del mundo malvado, no llegó todavía.

¿Por qué? Simplemente porque en cada generación, Elías fue enviado para convertir corazones, y los corazones se convirtieron. Hubo arrepentimiento, como cuando Jonás predicó en Nínive. Jesús no destruiría la tierra mientras existieran todavía almas para ser salvadas, lo que significa que el fin no puede llegar hasta que la última alma que pudiera arrepentirse lo haya hecho, y no queden otras que puedan ser salvas. Por definición, sólo la última generación experimentaría el fin del mundo.

Esto significa que la profecía de la venida figurativa del profeta Elías tiene un doble propósito. En primer lugar, un Elías es enviado principalmente para convertir los corazones, una y otra vez, en ciertas generaciones, para traer el arrepentimiento mientras sea posible. Las siguientes secciones mostrarán cómo se hizo en cada época de la historia cristiana. En cada generación, sin embargo, también hubo quienes rechazaron al profeta Elías de su tiempo, y perdieron su camino como resultado.

El segundo propósito de la profecía de Malaquías es mostrar cuándo ha llegado el fin: porque no hay más corazones que puedan ser vueltos a Dios. Tenía que haber un intento final tan abrumador, que para una persona negarlo, significaría que está más allá de toda ayuda, incluso más allá de la ayuda de Dios. Tenía que ser más convincente que nunca, incluso seguido de señales y maravillas. Tenía que ser la plena revelación del carácter de Jesucristo, revelada desde el cielo, es decir, que se había hecho todo lo posible para salvar. Cuando se confrontan incluso cara a cara con el brillo de Su carácter y las almas aún se niegan a arrepentirse, entonces no se puede hacer más. Eso sólo podía ocurrir en la última generación, la más depravada, después de que todos los esfuerzos para convertir los corazones en arrepentimiento se hubieran agotado. ENTONCES, el fin vendría. ENTONCES, el día grande y terrible del Señor podría venir, y la tierra podría ser destruida con la maldición.

Ese doble significado de la profecía es esencial para comprender el papel y la misión de aquellos que habrían de venir en el espíritu y el poder de Elías, y ustedes verán en las páginas siguientes cómo se aplica en cada caso.

Juan el Bautista

En el tiempo de los fariseos, que vivieron cuatrocientos años después de que la profecía de Malaquías fue dada, la venida de Elías se había convertido en un prerrequisito reconocido para el fin del mundo. Juan el Bautista vino en el espíritu y poder de Elías. Muchos lo siguieron, y luego muchos siguieron a Jesús. Los corazones se volvieron al Salvador, y todo el mundo cristiano remonta su historia al cambio de corazón experimentado por esa generación y las siguientes.

Tristemente, no todos aceptaron a Juan el Bautista y por lo tanto no aceptaron a Jesús tampoco. Los fariseos en particular estaban cómodos con su propio estatus y usaron la precondición del regreso de Elías, como una herramienta efectiva para silenciar cualquier “temor” sobre el fin del mundo que podría amenazar su autoridad sobre el pueblo. Intentaron calmar la excitación que Juan el Bautista estaba despertando, desafiándolo exactamente sobre ese punto:

Juan el Bautista

Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. (Juan 1:21)

Ellos sabían que las Escrituras eran tan claras en este punto, que, si Elías no venía, no podría ser el fin del mundo, sin importar qué malas fueran las condiciones nacionales y sociales del pueblo de Dios.

Después que los discípulos de Juan el Bautista vinieron a Jesús y se fueron otra vez, Jesús habló a la multitud acerca de Juan de una manera que incluyó una reprensión sutil a los secretos del corazón farisaico. Los fariseos no buscaban clarificación de las profecías en aras de la verdad; su deseo era que el mundo continuara, porque estaban felices con su posición en la vida y lo que les confería. Buscaban una aclaración sólo para justificarse en su incredulidad. Jesús dijo a todo el pueblo:

Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. (Mateo 11:14)

Él dijo: “si queréis”, éste es Elías. Hay un elemento de deseo, una condición del corazón humano involucrada. Jesús estaba indicando que, si el pueblo Lo recibía como el Mesías, entonces Juan sería Elías para los que lo recibieran. Jesús aclaró más a fondo esta condición cuando los discípulos le preguntaron por qué los fariseos lo rechazaban sobre la base de que Elías debía venir primero.

Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista. (Mateo 17:10-13)

En esas palabras, Jesús explicó que, al rechazar a Juan, los fariseos también estaban rechazándolo a Él, y su tratamiento de Juan fue un presagio del tratamiento que le darían a Él. La predicación de Juan en el desierto no pudo convertir todos los corazones.

Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. (Mateo 3:7-12)

Para aquellos cuyos corazones no podían ser ablandados y devueltos a la fidelidad de sus padres y que no producirían los frutos del arrepentimiento, Juan el Bautista sólo tenía el mensaje de la ira venidera.

Aquellos que recibieron a Jesús—el Cristo al que apuntó Juan el Bautista— escaparon a la destrucción, pero los que no lo aceptaron murieron una muerte horrible en la ciudad. Para los cristianos, el tiempo pasó y el reino de Cristo se expandió hasta los confines de la tierra, pero para los judíos que habían rechazado a Cristo, su mundo llegó a un fin terrible. La destrucción de Jerusalén es un tipo del fin del mundo; así será para toda la tierra en el fin de los tiempos. Los fieles que aceptaron a Cristo como es predicado por el último movimiento de Elías, serán llevados de manera segura al cielo, mientras que los impíos que lo rechazaron sufrirán y morirán en este planeta prisionero.

Juan el Bautista cumplió la profecía de Elías en su generación, y con un cambio de corazón, esa generación continuó difundiendo el evangelio y cambiando corazones, y así evitó la maldición, “el grande y terrible día del Señor”, que conocemos como el fin del mundo. Dios no acabaría con el mundo hasta que todas las almas hubieran tenido la oportunidad de ser salvas.

Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio todas las naciones; y entonces vendrá el fin. (Mateo 24:14)

Por un lado, Elías representa a aquellos mensajeros como Juan el Bautista que convierten los corazones de su generación de vuelta a Dios. Por otro lado, Elías también representa la última generación del pueblo de Dios, que ascenderá al cielo en un carro de luz[1] sin tener que probar la muerte.

Elías, que había sido trasladado al cielo sin ver la muerte, representaba a aquellos que estarán viviendo en la tierra cuando venga Cristo por segunda vez, aquellos que serán “transformados, en un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta;” cuando “esto mortal sea vestido de inmortalidad,” y “esto corruptible fuere vestido de incorrupción.”1 Corintios 15:51-53. {DTG 390.2}

Esas dos características de Elías son mutuamente excluyentes en cualquier generación. Si esa generación se arrepiente, entonces el tiempo pasa y ese Elías de la generación va a la tumba sin ver a Jesús venir. En ese sentido, es un papel triste y sacrificial; Juan el Bautista dio toda su vida para traer a otros al arrepentimiento y a la salvación, pero él no se benefició personalmente de ello en su vida. Había anunciado la llegada del Salvador, pero finalmente fue encarcelado y luego decapitado; no vivió para ver el reino de los cielos que estaba tan cerca. Sin embargo, Jesús dejó claro que Juan había hecho una buena obra.

Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. (Lucas 7:27-28)

El Evangelio de Jesús salió al mundo por casi dos milenios, y los que permanecieron fieles a Dios tuvieron que sufrir terrible persecución a manos de hombres malvados, hasta que como protestantes contra la tiranía del catolicismo romano, finalmente huyeron al Nuevo Mundo.

La historia se repite

Eso se convirtió en el preludio histórico del gran despertar de los años 1800, que vio protestantes de todas las denominaciones volviendo a la creencia de que Jesús pronto volvería y limpiaría la tierra con fuego, como predicó Guillermo Miller y otros. El Día del Juicio era aparentemente inminente otra vez, y había otra oportunidad para que Elías viniera.

En ese tiempo, los protestantes todavía recordaban que la unión de la iglesia y el estado era una receta para la persecución según lo ejemplificado por el papado. Se alegraron de que la persecución papal hubiera llegado a su fin en 1798 cuando el papa fue sacado del poder, terminando 1260 años de opresión en cumplimiento de la profecía. ¡Qué marcado contraste a como los “protestantes” ven el papado hoy,[2] después de la curación de su herida mortal!

Con esas cosas todavía frescas en la mente colectiva del protestantismo, y con las señales contemporáneas en los cielos cumpliendo los versículos del Apocalipsis, un argumento sólido fue dado, de que el fin de todas las cosas estaba cerca. La correcta predicción de Josías Litch del día de la caída del imperio otomano en 1840 reforzó aún más el argumento, ya que se vio que la Palabra de Dios era segura, y que lo que Él dijo realmente ocurrió en el momento señalado. Todo parecía estar sucediendo para el fin del mundo, lo que significaba que Elías debía estar en la escena.

Guillermo Miller Ahora recuerda el propósito por el cual Dios prometió enviar a Elías: para volver los corazones de la gente, no sea que hiera la tierra con maldición. Con justa razón, Guillermo Miller podría ser reconocido como el Elías de su generación. Él de hecho advirtió acerca del día del Señor grande y terrible al calcular el fin de los 2300 días/años de Daniel 8:14 y mostrar que ese día estaba en su generación. La profecía se extendió desde la orden dada en el año 457 a.C. para restaurar y reconstruir Jerusalén, hasta el año 1844. El primer segmento de 490 días/años de ese período de tiempo ya había sido confirmado precisamente por el ministerio y la muerte de Jesús mismo. El cálculo fue irrefutable.

El mensaje de Guillermo Miller llevó a la gente a un arrepentimiento profundo, ciertamente haciendo volver los corazones, en cumplimiento de la profecía de Malaquías.

Millares fueron guiados a aceptar la verdad predicada por Guillermo Miller, y siervos de Dios fueron levantados en el espíritu y poder de Elías para proclamar el mensaje. Los que predicaban ese solemne mensaje, como Juan, el precursor de Jesús, se sintieron compelidos a colocar la segur a la raíz del árbol, y a exhortar a los hombres a que diesen frutos dignos de arrepentimiento. Su testimonio propendía a despertar y a afectar poderosamente a las iglesias, y a manifestar su verdadero carácter. Y a medida que elevaban la solemne amonestación de que huyeran de la ira venidera, muchos que estaban unidos a las iglesias, aceptaron el mensaje sanador; vieron sus apostasías, y, con amargas lágrimas de arrepentimiento, y profunda agonía de alma, se humillaron ante Dios. Y cuando el Espíritu de Dios reposó sobre ellos, ayudaron a difundir el clamor: “Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado”. {PE 233.1}

De nuevo, siguiendo el ejemplo de Nínive, el arrepentimiento en el tiempo del movimiento millerita significaba que el fin de todas las cosas aún no podía llegar; todavía había almas para ser alcanzadas. Sin embargo, hubo una gran oposición de nuevo, como en el tiempo de los judíos.

La predicación de una fecha definida para el advenimiento levantó violenta oposición en todas partes, desde el ministro en el púlpito hasta el más descuidado y empedernido pecador. El ministro hipócrita y el descarado burlón decían: “Pero del día y la hora nadie sabe.” Ni los unos ni los otros querían ser enseñados y corregidos por quienes señalaban el año en que creían que terminaban los periodos proféticos y llamaban la atención a las señales que indicaban que Cristo estaba cerca, a las puertas. Muchos pastores del rebaño, que aseguraban amar a Jesús, decían que no se oponían a la predicación de la venida de Cristo, sino al hecho de que se fijara una fecha para esa venida. Pero el omnividente ojo de Dios leía en sus corazones. No deseaban que Jesús estuviese cerca. Comprendían que su profana conducta no podría resistir la prueba, porque no andaban por el humilde sendero que trazara Cristo. Aquellos falsos pastores se interpusieron en el camino de la obra de Dios... {PE 233.2}

Las iglesias protestantes cerraron sus puertas a la verdad, y el camino de la salvación desapareció para ellas. Lenta pero firmemente, volvieron a caer en los brazos de la Iglesia Madre de Roma, de la que alguna vez habían huido.

Al igual que Juan el Bautista, Guillermo Miller trabajó para la salvación de otros, pero al final no llegó a ver la segunda venida de Jesús por sí mismo. Nuevos campos se habían abierto para expandir el reino de Dios, y nuevas verdades estaban por ser descubiertas. Guillermo Miller tuvo un sueño divinamente inspirado que mostró ese hecho. En su sueño, él recibió un maravilloso cofre lleno de tesoros preciosos, que puso en exhibición para el mundo. Esto representa sus hallazgos en la Palabra de Dios. Entonces sucedió algo terrible:

Pero cuando el número de espectadores aumentó, cada uno se puso a desordenar las joyas, sacándolas del cofre y desparramándolas sobre la mesa {PE 82.3}

Los espectadores ingratos mezclaron las joyas con falsificaciones y cubrieron las joyas preciosas con todo tipo de basura, simbolizando lo que sucedió en los años siguientes a las preciosas verdades que había descubierto en la Biblia. Después de intentar desesperadamente de impedir que lo hicieran, dijo:

…me desalenté y descorazoné por completo, de manera que me senté a llorar. Mientras estaba así llorando y lamentándome por la gran pérdida y la gran responsabilidad que me tocaba, me acordé de Dios, y le pedí fervorosamente que me mandase ayuda. {PE 83.1}

Inmediatamente se abrió la puerta, y cuando toda la gente se hubo ido entró un hombre en la habitación. Tenía una escobilla en la mano; abrió las ventanas y comenzó a barrer el polvo y la basura de la habitación. {PE 83.2}

...

Después, mientras barría el polvo y la basura, las joyas espurias y las monedas falsas subieron todas y salieron por la ventana como una nube, y el viento se las llevó. En el bullicio, cerré los ojos un momento; y cuando los abrí, toda la basura había desaparecido... {PE 84.2}

El sueño de Guillermo Miller muestra que otro hombre vendría después de él, y ese hombre traería un cofre de tesoro más grande y más hermoso para restaurar todas las joyas dispersas.

El hombre puso entonces sobre la mesa un cofre mucho mayor y más hermoso que el primero, y reuniendo a puñados las joyas, las monedas y los diamantes, los puso en el cofre, hasta que ni uno solo quedó afuera, a pesar de que algunos de los diamantes no eran mayores que la punta de un alfiler. {PE 84.2}

...Las joyas brillaban diez veces más que antes... {PE 84.4}

Al igual que Juan el Bautista, Guillermo Miller cerró también sus ojos en el sueño de la muerte. Él había hecho la parte del trabajo de Elías de volver los corazones de su generación de vuelta a Dios, y como tal, agregó a la descripción general de cómo los futuros mensajeros cumplirían el rol de Elías: Él predicó “una fecha determinada”, que no sólo provocó gran oposición, sino que también dio gran poder para convencer y despertar al pueblo:

La verdad predicada con poder convincente despertó a la gente, que como el carcelero empezó a preguntar: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Pero los malos pastores se interpusieron entre la verdad y los oyentes, predicando cosas halagadoras para apartarlos de la verdad. Se unieron con Satanás y sus ángeles para clamar: “Paz, paz,” cuando no había paz. Quienes amaban sus comodidades, y estaban contentos lejos de Dios, no quisieron que se los despertase de su carnal seguridad. Vi que los ángeles lo anotaban todo. Las vestiduras de aquellos profanos pastores estaban teñidas con la sangre de las almas. {PE 233.2}

Se demostró que cuando es ordenado por Dios, la predicación del tiempo es una herramienta válida y eficaz en la mano de los siervos de Dios.

El gran día de la expiación

Hiram Edson vio una visión La mañana después del gran chasco del 22 de octubre de 1844, cuando Jesús no llegó al final de los 2.300 días como los Milleritas habían enseñado, Hiram Edson vio una visión de Él de pie en el Lugar Santísimo. El pueblo fiel de Dios rápidamente reconoció que el Día del Juicio—el gran día antitípico de la Expiación—había llegado efectivamente, y la Ley de Dios estaba a punto de ser abierta para que la humanidad fuera juzgada por ella. Dentro de dos años, el pueblo de Dios vio la verdad sobre el sábado del séptimo día y su falsificación, el domingo, y comenzó a predicar sobre esto, eventualmente incluso en su propio nombre como adventistas del séptimo día. La Ley de Dios había sido abierta, y el juicio estaba en marcha. No sólo se entendía que el papado era el enemigo de Dios, sino que ahora el culto dominical era entendido como su marca de autoridad. El tercer ángel estaba entregando su mensaje:

Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. (Apocalipsis 14:9-12)

Así, el mensaje del tercer ángel, que es una advertencia sobre la ira inminente de Dios, se convirtió en el mensaje distintivo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, convirtiéndola en otro candidato para cumplir el papel del Elías de la profecía de Malaquías.

Para guiar a Su rebaño, el Señor otorgó el don de profecía a Elena G. de White. Sus visiones y sueños sirvieron para confirmar el entendimiento de la Iglesia de las verdades de la Palabra de Dios, y para proporcionar consejo directo cuando y donde se necesitaba. Así, el poder del mensaje de tiempo, que había acompañado al movimiento millerita como el espíritu y el poder de Elías, continuó en la forma del testimonio vivo de Jesús, el Espíritu de la profecía. Sin el uno, se necesitaba el otro, o, en otras palabras, el mismo Espíritu Santo que guio a Guillermo Miller, ahora guiaba al rebaño a través del don de profecía de Elena de White. El Guía que nunca perdió Su camino, todavía estaba guiando a la iglesia hacia el cielo.

Elena de White Si el título de Elías debía aplicarse a una persona en el movimiento adventista del séptimo día, tendría que aplicarse a la profetisa, Elena G. de White, ya que Elías era un profeta. Sin embargo, ese no era un título que Elena de White aprobó para sí misma. Ella explica por qué:

¿Por qué no he pretendido ser profetisa? Porque en estos días muchos que osadamente pretenden ser profetas son un baldón para la causa de Cristo, y porque mi obra incluye mucho más de lo que significa la palabra “profeta”. {1MS 37.1}

Elena G. de White, aunque no admite directamente que ella era una profetisa, indica que su trabajo era mayor que la obra de un mero profeta. A pesar de que ella no confesó ser Elías en sí, ella hizo la gran tarea de continuar trabajando para mantener los corazones de su generación en armonía con Dios y Su liderazgo, de hecho, su trabajo no era menos que el de un profeta. Puesto que claramente no había otros profetas de Dios, que pudieran haber competido con ella por el título de Elías en ese tiempo, sus palabras anteriores enfatizan que la obra de Elías tiene un amplio alcance.

Sin embargo, llegó un punto de inflexión que trajo incalculable dolor a Elena de White e hizo que comprendiera que ella tampoco viviría para ver la venida de Jesús. Fue el rechazo de la iglesia al Espíritu Santo en la Conferencia General de Minneapolis de 1888. Ella sabía que era la luz del Cuarto Ángel, el ángel de Apocalipsis 18:1, que había comenzado a brillar a través del mensaje de la justificación por la fe.

…el fuerte pregón del tercer ángel ya ha comenzado en la revelación de la justicia de Cristo, el Redentor que perdona los pecados. Este es el comienzo de la luz del ángel cuya gloria llenará toda la tierra. {1MS 425.3}

A raíz de la conferencia, Elena de White trabajó muy duro para traer a la iglesia de vuelta en armonía con Dios, y traer el mensaje de la justificación por la fe a la gente. Hacia el final de su vida, ella expresó confianza en el liderazgo de los hermanos e indicó que ella no esperaba tener más testimonios de Dios para ellos. Ella volvió los corazones a la fidelidad de sus padres.

Sin embargo, ese incidente la hizo darse cuenta de que la iglesia tendría que ir simbólicamente al desierto a vagar de nuevo por 40 años, y entonces supo que no viviría el tiempo suficiente para ver la Canaán celestial antes de morir. Como los otros, ella había trabajado por la salvación de los demás, sin poder ver la venida de Jesús que ella tanto había anhelado.

Lamentando la falta de fervor entre el pueblo de Dios a raíz de 1888, dijo:

El Señor ha enviado a su pueblo mucha instrucción, línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y un poquito allá. Poco caso se hace de la Biblia, y el Señor ha dado una luz menor para guiar a los hombres y las mujeres a la luz mayor. ¡Oh, cuánto bien podría haberse realizado si los libros que contienen esta luz hubiesen sido leídos con una determinación de practicar los principios que contienen! Habría una vigilancia, una abnegación y un esfuerzo resuelto mil veces mayores. Y muchos más se regocijarían ahora en la luz de la verdad presente. {CE 129.2}

Ella claramente se refirió a la Biblia como la luz mayor, pero muchos asumen erróneamente que estaba apuntando hacia atrás, a la Biblia existente, cuando en realidad estaba señalando hacia adelante, a una luz nueva, más brillante y más gloriosa, que haría que la Biblia brillara como nunca. De esa manera, ella hizo eco al sueño de Guillermo Miller, que indicaba que otra persona (Elías) llegaría algún día y pondría la luz antigua en un nuevo engarce y en esas palabras confesó que ella también seguiría el camino de Juan el Bautista:

El profeta Juan era el eslabón que unía las dos dispensaciones. Como representante de Dios, se dedicaba a mostrar la relación de la ley y los profetas con la dispensación cristiana. Era la luz menor, que había de ser seguida por otra mayor. La mente de Juan era iluminada por el Espíritu Santo, a fin de que pudiese derramar luz sobre su pueblo; pero ninguna luz brilló ni brillará jamás tan claramente sobre el hombre caído, como la que emanó de la enseñanza y el ejemplo de Jesús. Cristo y su misión habían sido tan sólo obscuramente comprendidos bajo los símbolos y las figuras de los sacrificios. Ni Juan mismo había comprendido plenamente la vida futura e inmortal a la cual nos da acceso el Salvador. {DTG 191.3}

Elena de White sólo percibió el comienzo de esa luz mayor, que ella describió como gemas preciosas de la verdad en un nuevo engarce, que desafortunadamente no fue recibido:

En Minneapolis Dios dio a su pueblo, en un nuevo engarce, algunas gemas de verdad. Esta luz del cielo fue rechazada por algunos con toda la testarudez que los judíos mostraron al rechazar a Cristo, y se habló mucho de mantenerse junto a los hitos antiguos. Pero había evidencias de que no sabían cuáles eran los hitos antiguos. Había evidencia y lógica procedentes de la Palabra que la recomendaban a la conciencia; pero la mente de los hombres estaba cerrada, sellada contra la entrada de luz, porque habían decidido que era un error peligroso modificar los “hitos antiguos”, cuando en realidad no se movía ninguno de esos hitos antiguos, sino que esos hombres habían pervertido el concepto de lo que era un hito antiguo. {OP 30.2}

Ellet J. WaggonerAlonzo T. Jones Esas eran las primeras gemas que irían dentro del nuevo cofre del tesoro del sucesor de Guillermo Miller.

A pesar de que la profetisa murió, la Iglesia Adventista del Séptimo Día todavía se veía a sí misma, y continúa viéndose a sí misma, como el movimiento de Elías.[3] Una vez más, sin embargo, la triste realidad de la historia muestra que Jesús tampoco fue recibido. Había un conflicto de deseo, como se puede ver en la cita anterior. En sus corazones, los líderes del pueblo de Dios no querían que llegara el fin. Estaban demasiado contentos con las posiciones de estima que habían alcanzado, y en esa infame Conferencia General, la Iglesia Adventista del Séptimo Día se rebeló directamente contra la dirección del Espíritu Santo, que había llegado a ellos a través de las presentaciones de A.T. Jones y E.J. Waggoner. Los líderes que rechazaron el mensaje e impidieron que prosperara, no se arrepintieron inmediatamente de la manera correcta, y Jesús no pudo venir en esa generación.

Aunque Elena de White había tenido éxito en hacer volver al camino a la iglesia en su generación, el daño que se había hecho por el rechazo de la luz del Cuarto Ángel nunca fue completamente superado. Lobos entraron a la iglesia y comenzaron a comprometer la pureza de la fe. Desde ese punto en adelante, las cosas fueron cuesta abajo para la espiritualidad de la iglesia, hasta que alcanzaron la condición abismal vista hoy.

M. L. Andreasen Pronto, otra voz se elevó en busca de la vocación de la iglesia y con la esperanza de traerla de nuevo a sus sentidos. M.L. Andreasen aclaró el significado de la intercesión de Jesús, con relación a la justificación por la fe, mostrando que el propósito de Su obra expiatoria es llevar a Su pueblo a la obediencia a la Ley de Dios, y que Su retorno dependía de ello. En el penúltimo capítulo de su libro El Santuario y sus Servicios, explica que el propósito de Dios para la última generación es mostrar que, en las peores circunstancias posibles, Su pueblo obedecería Su Ley por la fe sin hacer referencia a la recompensa, de esa manera reivindicaría a Dios, de las acusaciones de Satanás contra Su carácter.

¿Te das cuenta que Jesús tiene un propósito para ti, y que Él te necesita? ¡Justificación por la fe significa más que creer que Jesús murió por tus pecados! Andreasen añadió la Teología de la Última Generación a la comprensión de la justicia por la fe, mostrando que la venida de Jesús depende de la fe de la última generación, para vindicar a Dios en la gran controversia sobre el carácter de Dios. Desafortunadamente, su lucha heroica contra la corrupción espiritual en la iglesia no tuvo éxito en cambiar su curso peligroso, pero él contribuyó con una parte valiosa de la comprensión de la misión de los que realizarían la obra final de Elías antes del día grande y terrible del Señor. Él también murió—con el corazón roto, sin haber visto los frutos de su labor.

Donald K. ShortRobert J. Wieland Algunos trabajaron duro para traer la nave de la iglesia de nuevo en curso. En la década de 1950, Robert Wieland y Donald Short investigaron lo sucedido en 1888 y presentaron la evidencia que el arrepentimiento corporativo, era necesario para salvar al barco de la iglesia, de su vagar en vano en búsqueda del puerto celestial. Como Andreasen añadió al entendimiento de la justificación por la fe, mostrando que el retorno de Jesús dependía en la santificación y la obediencia de la última generación, Wieland y Short añadieron a ese entendimiento, mostrando que el arrepentimiento corporativo era necesario por el rechazo del mensaje en 1888.

Lamentablemente, los líderes de la iglesia respondieron desfavorablemente y los acusaron de calumnias. La iglesia negó que había rechazado el mensaje de la justificación por la fe, ya que no había “ninguna acción, de la clase que fuera, a fin de aceptarlo o rechazarlo,”[4] y contrario a la Escritura, negaron que era necesario arrepentirse de los pecados de nuestros antepasados.[5] Afortunadamente, a raíz de esto, los informes se escaparon de los confines de la administración de la iglesia, y entonces los laicos de la iglesia se dieron cuenta, tanto de la necesidad de arrepentimiento colectivo como del rechazo del liderazgo de la iglesia incluso a contemplarlo. En el proceso de lidiar con el tema, Wieland y Short fueron presionados para guardar silencio, para colmo de males, por medio de la represión de la libertad de pensamiento dentro de la iglesia, un enfoque utilizado también por los líderes judíos en la época de los discípulos.

diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. (Hechos 5:28)

Claramente, la cuestión de 1888 no estaba todavía resuelta en la generación de Wieland y Short, pero su trabajo también contribuyó a la comprensión de lo que salió mal en 1888 y lo trajo de vuelta a la mesa. Además, era cada vez más claro que la iglesia estaba en terrible desunión, y que, en esa condición, no podía salir en el espíritu y poder de Elías. La luz del Cuarto Ángel había sido apagada nuevamente.

Ahora, de los labios de la iglesia han cesado completamente las advertencias acerca de la ira inminente de Dios contra los que beben el vino babilónico, que embriaga a una persona y disminuye su discernimiento espiritual y las inhibiciones contra la violación de la Ley de Dios. Por el contrario, las publicaciones de la iglesia ahora sirven el vino de Babilonia libremente, y los miembros laicos lo beben hasta el fondo, creyendo que es el agua de vida. No, la Iglesia Adventista en su conjunto no tiene el espíritu de Elías, a pesar de que podrían haberlo tenido, si hubieran prestado atención a las voces en el desierto, y dado frutos dignos de arrepentimiento.

Los candidatos modernos

Recuerda, hay una condición para la profecía de Malaquías que da lugar a dos casos diferentes. O bien Elías vendrá y volverá los corazones a Dios, o si nadie más se arrepiente, entonces el Señor pondrá fin al mundo con una maldición, y vendrá el día grande y terrible del Señor. ¿Qué caso es aplicable a la generación actual?

Esta pregunta será contestada más detalladamente más adelante, pero es importante tener en cuenta ambos casos. Como fue en el tiempo de Jesús, reconocer al profeta Elías es un asunto individual; la mayoría de la gente no aceptará al Señor a quien Elías apunta, pero los que lo hacen serán salvos. En la última generación, todos llegarán al punto de decisión—la luz alcanzará al mundo entero— y el fin llegará.

Si vas a encontrar a un Elías actual, una cosa tiene que ser entendida. Dios no comete errores. Son los hombres los que se van por el camino errado, cuando se desvían de la revelada voluntad de Dios. Por esa razón, cualquiera que viene con el espíritu y poder de Elías debe ser alguien que camina en toda la verdad que Dios ha revelado a Su pueblo en todas las edades. ¿Puede ser Elías un judío que nunca aceptó a Cristo? Absolutamente no— Juan el Bautista sentó el precedente. ¿Puede ser Elías un católico, que rechaza la Reforma? No. ¿Puede ser un protestante que rechaza las verdades predicadas por Guillermo Miller sobre la limpieza del santuario al final de los 2.300 días? Aún no. ¿Puede ser Elías un “adventista” que ha negado las enseñanzas distintivas en las que la iglesia fue fundada, y se abstiene de predicar el mensaje del tercer ángel, por ejemplo? De nuevo, no. Toda la luz que Dios ha dado a través del Espíritu Santo a través de los siglos fue verdadera y correcta, y cada Elías debe reunirla y ponerla de vuelta en un arreglo hermoso y armonioso.

Esto no es para quitarles la esperanza a los que se han desviado de la verdad o nunca han sabido la verdad para empezar, sino para enfatizar que son los hombres los que se extravían, no Dios. Debemos discernir la dirección de Dios y tener cuidado de no apartarnos de ella. Y si por casualidad nos encontramos lejos de donde la luz de Dios está brillando, debemos hacer como Abraham hizo, cuando se encontró en transgresión contra el inocente faraón de Egipto, y se dio cuenta de que no había confiado en Dios. Abraham volvió a donde Dios había estado con él:

Y volvió por sus jornadas desde el Neguev hacia Bet-el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet-el y Hai, al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová. (Génesis 13:3-4)

Nosotros también debemos regresar al último lugar donde Dios estaba todavía con nosotros, y seguir Su luz desde ese punto hacia adelante. Si un judío hace eso, se convertirá en un cristiano. Si un católico hace eso, se convertirá en un protestante. Si un protestante hace eso, se convertirá en un adventista. Si un adventista hace eso, recogerá los rayos dispersos de la luz del Cuarto Ángel de Jones y Waggoner, Andreasen, Wieland y Short, y reconocerá que, en esta generación, Jesús podría volver. Esa es la plataforma de la verdad sobre la cual Elías debe construir.

Sí, tiene que construir sobre esa base, trayendo a la mesa nuevos y mayores descubrimientos de la Palabra de Dios, así como todos los candidatos antes habían profetizado. Debe restaurar las joyas de Guillermo Miller, diez veces más brillantes, en un cofre de tesoro más grande y más hermoso. Él debe ser un profeta, y debe traer la luz mayor de la cual la luz menor habló. Él debe cumplir con todas las especificaciones de Elías.

Por otra parte, debe quedar claro que sólo el remanente del remanente lo reconocerá como tal. Aquellos que no tienen amor a la verdad—la vasta mayoría—lo rechazarán tal como rechazaron a Juan el Bautista y a todos los demás. Y el mensaje doble de la profecía de Malaquías significa que la última persona que vendrá en el espíritu y el poder de Elías agotará todas las posibilidades para volver los corazones a Dios. Todo el mundo se decidirá y nadie cambiará más, no importa cuán grande sea su mensaje y cuán fervoroso sea su trabajo; porque si cambiaran, el evangelio volvería a salir y el tiempo seguiría para que más almas fueran ganadas para el reino de Dios.

En 2010, la Iglesia Adventista del Séptimo Día eligió a un nuevo presidente de la conferencia, Ted N.C. Wilson, quien todavía ocupa el cargo. Él proyecta ser un personaje conservador y confiesa, al menos públicamente, apoyar la Teología de la Última Generación y evitar el espiritismo que prevalece en todas las iglesias del mundo, incluyendo la suya. Él tiene predicadores poderosos que lo apoyan, que enseñan la teología de la última generación y lo defienden con firmeza. Él ha dirigido numerosos eventos evangelísticos gigantes en todo el mundo. ¿Podría ser Ted Wilson Elías?

Simplemente revisa los criterios. ¿Qué nueva luz ha traído Ted Wilson a la mesa? Ninguna. ¿Ha limpiado los errores en la iglesia como el hombre con la escobilla en el sueño de Guillermo Miller? No, por el contrario, oscureció aún más la verdad, promocionando La Gran Esperanza, que es un “libro” sin contenido, para eclipsar las verdades contenidas en El Conflicto de los Siglos de Elena White. Esa fue su obra más importante, tan importante que Satanás incluso trató de matarla para detenerla. ¡Eso demuestra en qué lado está trabajando Ted Wilson! ¡Él cubre la verdad en lugar de hacerla brillar!

¿Ha logrado una reforma en la iglesia con todos sus programas de reavivamiento y reforma? Por un lado, se le acusa justamente de ejercer “poder de rey” sobre la iglesia, pero por otro lado, permite la ordenación de las mujeres y que el espectro de personas identificadas como LGBT lleve a la perdición a las congregaciones, en su colorida montaña rusa. Sí, él tiene programas y programas sobre el tema del reavivamiento y de la reforma, pero es un hombre que dice una cosa y hace otra. Él no gobierna bien su casa.

¿Ha predicado Ted Wilson el mensaje del tercer ángel? El mensaje del tercer ángel advierte a no comprometerse con las iglesias del mundo o los poderes del estado, porque eso llevará a aceptar la marca de la bestia. Por el contrario, él traicionó el mensaje del tercer ángel completamente al aliar la iglesia ¡con las Naciones Unidas que aborrecen a Dios![6] Él de hecho ha trabajado en contra de todo lo bueno que pretende representar.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? (Mateo 7:16)

No, Ted Wilson no da los frutos de Elías, a pesar de su blanqueado aspecto exterior.

Los adventistas del séptimo día, el pueblo de Dios a quienes se les dio la responsabilidad de predicar acerca del juicio en el fin del mundo, tal como indicó Malaquías, han caído en las mismas condiciones que los fariseos, y no importa cuán mal se ponga la situación, no importa cuán abominablemente el movimiento por los derechos humanos (específicamente de las mujeres y de los LGBT) pervierta su pensamiento y profane sus santuarios— no importa que tan malo se ponga, los fariseos de hoy son rápidos para silenciar a cualquier posible Elías, al señalar el hecho de que la ley dominical, su prerrequisito favorito para el fin del mundo, no ha llegado todavía.[7]

Ahora estamos realmente quedándonos sin opciones de quién podría ser el último Elías. Ni siquiera consideraríamos al Adventista nominal Ben Carson, que ignoró la advertencia de Elena de White contra la participación en la política[8], traicionó el diseño de Dios para el matrimonio durante su campaña para la presidencia,[9] transgredió el sábado por el bien de su campaña,[10] y cuando perdió la carrera, en última instancia, tomó la iniciativa[11] de unir a todo el mundo evangélico a favor de Donald Trump para conseguir que lo eligieran para la presidencia.[12] A cambio del favor, Trump se comprometió a eliminar la barrera entre la iglesia y el estado mediante la derogación de la Enmienda Johnson, para que las iglesias puedan tener su voz en la política, y Trump está cumpliendo esa promesa.[13] Ese pago de favor a las iglesias restaurará la imagen de la bestia en América, la imagen del sistema católico romano, de la unidad de la iglesia y el estado, lo que resultará en la misma marca de la bestia de la cual el mensaje del tercer ángel advierte en contra. No, Ben Carson tampoco es Elías, pero su alta traición contra Dios deja más claro que el último Elías debe estar aquí en alguna parte, porque según Elena de White, quien realmente hizo el trabajo de Elías, esto significa que el final está cerca:

Por el decreto que imponga la institución del papado en violación a la ley de Dios, nuestra nación se separará completamente de la justicia. Cuando el protestantismo extienda la mano a través del abismo para asir la mano del poder romano, cuando se incline por encima del abismo para darse la mano con el espiritismo, cuando, bajo la influencia de esta triple unión, nuestro país repudie todo principio de su constitución como gobierno protestante y republicano, y haga provisión para la propagación de las mentiras y seducciones papales, entonces sabremos que ha llegado el tiempo en que se verá la asombrosa obra de Satanás, y que el fin está cerca. {5TI 426.2}

En el lenguaje coloquial de Estados Unidos, a un decreto se le llama orden ejecutiva. Mediante la emisión de esta orden ejecutiva, el presidente Trump ha emitido el decreto, y el decreto está dirigido específicamente a asuntos de ejecución.

La orden le dirá al IRS que ejerza la “máxima discreción de ejecución” sobre la Enmienda Johnson, la cual impide que iglesias y otras organizaciones religiosas exentas de impuestos, respalden o se opongan a candidatos políticos.

La orden ejecutiva les dice a las autoridades que no hagan cumplir la Enmienda Johnson. La Enmienda Johnson tiene el propósito de garantizar la separación entre la iglesia y el estado. Por lo tanto, no hacer cumplir la Enmienda Johnson es equivalente a hacer cumplir la colaboración entre la iglesia y el estado (la institución papal), ya que las iglesias poderosas ya están impacientes por expresar su opinión en la política.

También hay que señalar que esas iglesias ya tienen un gran respeto por el Papa Francisco, debido en parte a sus encuentros con él en 2014 por iniciativa del (difunto) Tony Palmer. Por otra parte, los influyentes líderes de la iglesia tienen ahora acceso directo a Donald Trump por medio de su grupo de consejeros de fe.[14] Por lo tanto, esta orden ejecutiva, en efecto, da al Papa Francisco influencia muy directa en los Estados Unidos a través de las iglesias evangélicas. Si realmente firman la Declaración de Fe en unidad para las misiones que Tony Palmer redactó para ellos,[15] la influencia del papa incluso llegaría a ser formal. Independientemente de eso, Trump ya está ejerciendo control en partes del mundo, como el brazo mercenario del papado

Todo esto viene a demostrar que, como dijo Elena de White, ha llegado el momento de la asombrosa obra de Satanás Francisco y “el fin está cerca”.

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; (1 Pedro 5:8)

... sabiendo que tiene poco tiempo. (Apocalipsis 12:12)

Elías Estos son tiempos solemnes. ¿Te das cuenta de lo importante que es para ti personalmente, poder saber quién es Elías hoy? Dios envía a Elías para ayudarte, para que no caigas en el tiempo de angustia, y para que no seas herido con la “maldición” que Malaquías mencionó.

... no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición. (Malaquías 4:6)

No tendrás el lujo de seguir a una multitud, como en el tiempo de Juan el Bautista. En esta última generación, no hay muchos corazones que puedan ser vueltos a Dios. Elías es sólo Elías para aquellos que reciben a quien Elías apunta. Jesús dijo: “Si queréis recibirlo,” éste es Elías, y ustedes irán a florecer en el reino de los cielos cuando Jesús regrese, pero aquellos que no reciben a Jesús tendrán su parte en la maldición.

El último Elías también debe cumplir los criterios establecidos en todas las otras profecías y expuestos por todos los fieles Elías, que nos han precedido.

Elías debe ser un hombre de campo, al igual que Juan el Bautista predicando desde el desierto.

Elías debe completar la obra de Guillermo Miller, y:

  • armonizar las Escrituras de nuevo, restaurar los hallazgos de Guillermo Miller, y hacerlos brillar diez veces más,

  • traer nueva luz y presentar la luz antigua en nuevos engarces,

  • barrer los escombros de las falsas doctrinas,

  • predicar un mensaje que incluya la fecha del día del Señor y el tiempo de Su venida,

  • y tener la Palabra de Dios en una forma más grande que la que tenía Guillermo Miller.

Elías debe completar la obra de Elena G. de White, y:

  • traer la luz mayor a la cual señaló Elena de White, la luz menor,

  • y hacer un mayor trabajo en su alcance que un mero profeta, e incluso mayor que lo que hizo Elena de White.

Elías debe completar el mensaje de la justificación por la fe, el mensaje del Cuarto Ángel de Apocalipsis 18, el Espíritu Santo, para equipar a los 144.000 con el testimonio de Jesús.

Podríamos seguir y seguir con la lista, por ejemplo, Elías tiene que llevar a la gente a un punto de decisión, al igual que su homónimo lo hizo, pero ya tenemos suficiente para dar una pausa a una seria reflexión. ¿Dónde más podemos buscar al último Elías? Si dirigimos nuestra búsqueda a los diversos ministerios de sostén propio o ministerios independientes de la gran comunidad adventista, podemos prácticamente eliminarlos a todos, ya que no cumplen todos los criterios que han sido establecidos antes. En el mejor de los casos, ellos predican los mensajes antiguos y señalan los errores que han entrado en las iglesias, pero tienen muy poco que traer a la mesa en términos de nueva luz o nuevos engarces para la luz antigua. Y no podemos mirar entre aquellos que no tienen la verdad.

¡No te desesperes! Alaba y da honor y gloria a Dios por cumplir Su promesa de enviar a Elías una vez más. En el próximo artículo, conocerás al hombre, que por fe ha salido en el espíritu y el poder de Elías, y al ministerio que cumple todas las descripciones de este.

1.
El carro es descrito en {PE 287.2
3.
Elena G. White Estate – La Profecía de Elías [inglés] 
4.
Tomado de 1888 REXAMINADO 
5.
Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición, (Levítico 26:40) 
6.
Ver la sección “Moralidad Secular” en Ha caído Babilonia – Parte II

 

7.
Olvidaron que Elena de White dijo que la Ley Dominical sería el “último acto del drama”. {EUD 117.1
8.
El Señor quiere que su pueblo entierre las cuestiones políticas. Acerca de estos temas, el silencio es elocuencia. Dios pide a sus seguidores que se unan en los puros principios del Evangelio que están claramente revelados en la Palabra de Dios. No podemos votar sin peligro por los partidos políticos; porque no sabemos para quiénes votamos. No podemos, sin riesgo, tomar parte en plan político alguno. No podemos trabajar para agradar a hombres que usarán su influencia para reprimir la libertad religiosa y poner en marcha medidas opresivas a fin de exigir a sus semejantes que observen el domingo como el día reposo. No debe reverenciarse el primer día de la semana. Es un día de reposo espurio, y los miembros de la familia del Señor no pueden compartir con los hombres que exaltan este día y violan la ley de Dios al hollar su día de reposo. El pueblo de Dios no debe votar para colocar en sus cargos a tales personas, porque al hacerlo participan de los pecados que ellos cometen mientras están en sus funciones. {OE 406
10.
Para ejemplos, ver el registro de sus eventos políticos que violaron el sábado, en el blog 4President
15.
Reformabiblica.wordpress.com: El fin de la Reforma luterana 
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